—¿Y en cuanto al género y la edad?
—La distimia es más común en mujeres que en hombres. Aunque la edad de aparición (o más bien de diagnóstico) se ha determinado entre los 20 y 30 años de edad, la mayoría de los autores afirman que este trastorno hace su irrupción en la niñez pero es poco diagnosticado.
—Qué manifestaciones principales pueden alertarnos de la existencia de este trastorno?
—Todo cambio de estado de ánimo, tristeza, con disminución de las motivaciones y disfrute de actividades que antes producían placer o satisfacción, con una duración de más de dos semanas, debe alertarnos de la presencia de un cuadro depresivo.
—¿Resulta difícil el diagnóstico de certeza? ¿Qué procederes se emplean fundamentalmente para ello?
— Aparentemente el diagnóstico positivo no conlleva demasiadas dificultades. Es necesario evitar confusión en identificar otros estados depresivos que se pueden parecer a la distimia y en estos casos variaría el enfoque terapéutico.
El método clínico es por excelencia el proceder de elección para establecer el diagnóstico, lo que no descarta, diría más bien que integra, la realización de otros exámenes complementarios que incluyen los tests y la valoración por los especialistas en Psicología.
—¿Tiene cura este trastorno o transita de forma inexorable hacia la cronicidad?
—Pocas personas se curan. Lo habitual es una evolución hacia la cronicidad.
—¿Qué apoyo familiar considera que se les puede brindar?
—Ante todo entender las características de la enfermedad que padece el paciente para no caer en el error de recomendarle que “ponga de su parte”. Esto es contraproducente para una adecuada mejoría. En esta enfermedad no existe un problema de voluntad, es un trastorno fundamentalmente afectivo.
—El espacio se termina. ¿Le quedaría algún criterio esencial por señalar?
— Solo consignar que, según estimados, para el 2020 la depresión será la segunda causa de discapacidad a nivel mundial.
Cuando se le pregunta a una persona cuáles fueron los alimentos ingeridos hace tres días, muy probablemente la colocamos en un aprieto, pues rascándose la cabeza dubitativamente, con casi absoluta seguridad no puede argumentar una respuesta. Sin embargo, si estos datos los llevara anotados en...