Suelen dañar a los niños pequeños, que pueden ingerirlas al llevarse las manos a la boca, especialmente cuando gatean o juegan en el piso, o chupan superficies contaminadas. Son los más perjudicados por su contacto más frecuente con estas superficies.
Los niveles de nicotina en el pelo de los bebés convivientes en la misma habitación de padres fumadores son tres veces más elevados que los de quienes reposan en otra habitación.
Por lo tanto, salir al patio o a la calle a fumar, orear la habitación donde se ha fumado o cerrar la puerta del cuarto de los niños en el caso de los fumadores, no son medidas de protección.
Por el olor lo identificamos. El humo de tercera mano es ese desagradable tufo olfateado en la casa a la mañana siguiente de una fiesta donde se ha fumado o en la ropa de alguien que fue a una discoteca donde se permite ejercitar a voluntad tan deletéreo hábito.
Por cada cigarro consumido se pierden siete minutos de vida y el fumador vive aproximadamente catorce años menos comparado con el no fumador. Aún no se ha establecido con exactitud el daño provocado por el humo de tercera mano.
Tantas evidencias de perjuicios ocasionados por este hábito criminal conducen solamente a una única conclusión, a un solo camino: ¡hay que dejar de fumar!
*Jefe del Servicio de Endocrinología del Hospital Docente "Dr. Salvador Allende"
Fuente: Cubahora