Cirugía bariátrica: tratamiento quirúrgico para la obesidad

Por: Dr. Alberto Quirantes Hernández,
Jefe del Servicio de Endocrinología del Hospital Docente "Dr. Salvador Allende"

Fuente: Radio COCO



 

 
Todos los métodos empleados hasta ahora con el fin de combatir la obesidad convergen en un objetivo común: la reducción de las calorías que se ingieren con los alimentos tratando simultáneamente de aumentar su gasto, estableciéndose una diferencia entre consumo y eliminación donde el expendio sea mayor que la ganancia. Buscando un equilibrio, entonces comienzan a ser utilizadas las calorías almacenadas en la grasa corporal obteniéndose por tanto, la reducción progresiva del peso. Diversos tratamientos quirúrgicos empleados con ese fin no constituyen una excepción. Pero todos ellos solo consiguen reducir la cantidad de calorías asimiladas por el cuerpo humano sin intervenir en el aumento de su consumo.

 

Esta reducción calórica se obtiene de dos maneras diferentes: las primeras son las intervenciones llamadas “restrictivas” que reducen el tamaño del estómago por diversos métodos disminuyendo drásticamente la cantidad de alimentos ingeridos y de sus calorías acompañantes. Un estómago normal puede contener hasta un cuarto de galón. Después que se reduce, bien sea a través de suturas o con la colocación de una banda en la parte superior del estómago llamado Lap-Band, el nuevo espacio útil, aproximadamente 5 por ciento de su capacidad, no podrá contener más que una taza de alimento masticado. La banda gástrica como único método es menos agresiva, la porción estomacal pequeña se comunica con el resto del estómago por un estrecho canal, puede ser reversible y es realizable por vía laparoscópica. El método consiste en hacer varias incisiones pequeñas en el abdomen a través de las cuales el cirujano introduce instrumentos quirúrgicos delgados así como también una minúscula cámara (laparoscopio) a través de una de estas pequeñas aberturas y observa todo el proceso a través de un lente y un monitor de video, pero es menos efectiva en cuanto a resultados. Por cualquiera de los métodos, con la reducción del tamaño estomacal las personas se sienten llenas más rápidamente con menores cantidades de comida.

Por otro lado se realizan las intervenciones quirúrgicas “mixtas”, donde después de reducir la capacidad estomacal por medio de suturas se añade un procedimiento “restrictivo o de mala absorción” buscando la disminución de la superficie de contacto entre el alimento ingerido y la mucosa intestinal. Quirúrgicamente se crea un atajo que evade una parte importante del estómago y del intestino delgado, fabricando un nuevo y más corto camino al tránsito de los alimentos. Esta técnica “reductiva-malabsortiva” llamada “Y de Roux” provoca una disminución en la asimilación intestinal de las calorías contenidas en la ya reducida cantidad de alimentos que llegan a este nivel.

Las operaciones “malabsortivas” puras cayeron en desuso por sus frecuentes y graves complicaciones post-operatorias. Han sido aplicadas otras variantes quirúrgicas pero no son motivo de este trabajo y todas persiguen los mismos objetivos ya descritos.

La cirugía para combatir la obesidad llamada cirugía bariátrica, del griego baros (peso) y iatrein (tratamiento) se le propone, “como último recurso”, a pacientes con exceso de peso importante y que han fracasado en tentativas de adelgazamiento por métodos conservadores y que tenga un aceptable riesgo quirúrgico. Quien selecciona este método debe poseer un psiquismo muy equilibrado y comprometerse fuertemente a cambiar definitivamente sus estilos de vida después de una operación de carácter irreversible, en cuanto a dieta y ejercicio.


 
Ventajas y desventajas

 

Los defensores del método quirúrgico como tratamiento para la obesidad señalan que los riesgos de la cirugía son menores comparados con los riesgos de vivir con una obesidad severa. Por supuesto, siempre que con ellos se logre una pérdida de peso sustancial y mantenida. En la actualidad posee un nivel de seguridad “muy alto” con una tasa de mortalidad entre el 0,1 y el 0,2 por ciento. El requisito: las operaciones las llevan a cabo cirujanos “muy expertos”. Aun no existen leyes o regulaciones internacionales de obligatorio cumplimiento para definir y exigir la experiencia requerida por parte de los cirujanos en estos procederes.

 

 

La anestesia requiere cuidados especiales, considerándose en este aspecto como de riego en esta especialidad pues se necesita una evaluación pre-anestésica muy cuidadosa. La intubación anestésica puede presentar dificultades técnicas, entre otras, porque la apertura de la boca se ve dificultada por la grasa acumulada debajo del mentón y existen limitaciones en los movimientos de flexión y extensión del cuello por el exceso de grasa en esa región y en el tórax. El obeso tiene menores reservas de oxígeno arterial y necesita una preoxigenación adecuada por parte del anestesista antes de comenzar el acto operatorio.

Las técnicas quirúrgicas como tratamiento de la obesidad no son una solución por si solas y no se aceptan universalmente, no tienen intención curativa y alteran mecánicamente la fisiología del paciente. Resultan invasivas, muchas veces agresivas y no siempre efectivas en cuanto a alcanzar los resultados que se desean. De no lograrse un evidente y sostenido adelgazamiento, como sucede en ocasiones, entonces hay una sumatoria de riesgos, los quirúrgicos y los del excesivo peso corporal. La identificación de pronósticos que garanticen el éxito de los tratamientos quirúrgicos ha mostrado poca solidez, y un fracaso a largo plazo podría incluso depender de factores que aun no han sido identificados, incluidos los genéticos.

Son muy costosas y actualmente en los Estados Unidos los precios pueden variar entre veinte mil y treinta mil dólares según se trate de lap-band, incisión abdominal o técnicas laparoscópicas. En ocasiones es necesario realizar una segunda cirugía a consecuencia de una complicación donde entonces los costos pudieran promediar más de sesenta y cinco mil dólares.

Existen riesgos intra y postoperatorios. Los más comunes han sido el síndrome de dumping o vaciado gástrico rápido que consiste en sensación de distensión abdominal, nauseas y vómitos, mareos y diarreas. Pudieran ocurrir filtraciones o estrecheces en el sitio de la conexión quirúrgica del intestino y el “nuevo pequeño estómago”, hernias abdominales, infecciones y neumonías, así como sangramiento, ruptura de la bolsita estomacal con necesidad de reparación, úlceras en las zonas cercanas a la sutura, muerte por insuficiencia respiratoria, embolismos pulmonares, cirugías posteriores para corregir complicaciones y otras. A mediano y largo plazo pueden presentarse diversas y a veces severas, manifestaciones de desnutrición.

Después de la operación la persona aun debe hacer la mayor parte del trabajo pues para perder peso de manera efectiva y permanente y evitar complicaciones a causa de este procedimiento, necesita seguimiento médico y alimentarse de manera adecuada con un régimen dietético que se le debe enseñar realizando ejercicios físicos programados de forma sistemática. En una palabra, de todas maneras el operado tiene que cambiar sus estilos de vida.
Otras desventajas

 

 
Después de efectuada la cirugía bariátrica dirigida a provocar una severa restricción de las cantidades de comida a ingerir y a una deficiente absorción de esas limitadas porciones, se necesita la realización de controles médicos periódicos por muy largo tiempo para determinar si se precisa la reposición sistemática y casi siempre por tiempo indefinido de hierro, calcio, vitaminas u otros elementos vitales a ingerir solamente en forma de polvo, de líquido o de inyecciones periódicas como en el caso de la vitamina B 12.

En las personas operadas la necesidad de tratamiento médico por vía oral debe ser muy cuidadosamente evaluada por personal calificado.
 

Puede surgir la necesidad de usar medicaciones con dosificaciones especiales o utilizar aquellos administrados en forma de parches sobre la piel. A veces emergen dificultades para absorber medicamentos pues algunos, como las fórmulas de liberación lenta, se fabrican específicamente para ser absorbidas en ciertas zonas intestinales eliminadas durante la operación.

Ya se reportan pacientes operados con importantes deficiencias de vitamina B1 o tiamina. Esto puede conllevar a diversas afectaciones del sistema nervioso o el cerebro y provocando pérdida de la memoria, confusión así como dificultad en la coordinación de movimientos, trastorno llamado encefalopatía de Wernicke.

Han aparecido casos con ceguera después de diez años de operado debido a deficiencias de vitamina A.

A todos los obesos tratados por métodos quirúrgicos es recomendable explorarles cada seis meses la densidad de los huesos pues la descalcificación ósea puede hacer su aparición por una baja incorporación de calcio al organismo por la obligatoria reducción de alimentos y su deficiente absorción. La hipocalcemia pudiera atenuarse a través de un programa nutricional científicamente diseñado.

El nuevo estómago probablemente no pueda manejar tanto la comida sólida como los líquidos al mismo tiempo. Se debe separar la ingesta de sólidos y líquidos con un intervalo de por lo menos 30 minutos. Los alimentos sólidos en lo adelante será para muchos en forma de papilla. Los líquidos absorbidos poco a poco en pequeñas cantidades. No se podrán tolerar cantidades grandes de grasa, alcohol o azúcar.

Algunos casos también corren el riesgo de presentar cálculos renales por un aumento de oxalato de calcio en la orina, no conociéndose aun si debido a la deficiente absorción intestinal de nutrientes o por una alteración de las bacterias intestinales normales debido a la cirugía.

La cirugía bariátrica, puede ayudar a perder mucho peso mecánicamente al limitar la cantidad de alimentos que puede recibir el estómago y al mismo tiempo disminuir su absorción intestinal, pero también puede dejar a los pacientes con un exceso de colgajos desagradables de piel flácida. Más adelante se necesitarán una serie de intervenciones quirúrgicas para eliminarlos, tal como sucede en la colgante piel de los brazos que al levantarlos da una apariencia de “alas de murciélago”. Estas reconstrucciones plásticas también tienen sus riesgos como las hemorragias durante la operación, infecciones en las heridas, hernias abdominales y adormecimiento del lugar donde se retiró la piel. No se trata solo una cuestión estética pues la piel colgante puede producir dolor y es más susceptible a las infecciones. Todos estos pacientes después de la cirugía reconstructiva deberán aceptar nuevos gastos y en su cuerpo múltiples cicatrices inevitables e inocultables.

Las mujeres deben evitar los embarazos durante 12 a 18 meses después de la operación pues la pérdida rápida de peso puede privar al feto de los nutrientes que necesita para crecer y nacer con salud. En las ya operadas, el embarazo requiere un estricto control y es probable la necesidad de suplementos adicionales de vitaminas y minerales, imprescindibles para un embarazo feliz.

 
¿Tiene ventajas?

 

 
Los adeptos a ella plantean en relación a la diabetes la real posibilidad de su remisión pues como quienes fueron sometidos a esta cirugía perdieron una cantidad de peso significativa, los niveles medios de glucosa en sangre disminuyeron de manera ostensible. Esto mismo condujo a mejoras de la presión arterial y de los niveles de colesterol.

Añaden que al ayudar a las personas obesas a perder gran cantidad de kilos mejora significativamente o resuelve por completo un problema hepático habitualmente relacionado con el sobrepeso.
 
Se demostró que la enfermedad conocida como hígado graso no alcohólico, muy vinculado con la epidemia de obesidad actual, puede resolverse con cirugía bariátrica. También aducen su contribución a una mayor longevidad.

Tras una serie de entusiastas informaciones sobre la cirugía bariárica se hace necesaria una profunda reflexión. La selección de los candidatos a este proceder se realiza entre aquellos fuertemente comprometidos a realizar, después de operados, un plan de alimentación regulado y científicamente balanceado así como incorporar ejercicios físicos sistemáticos.

Si en etapas anteriores a la operación también hubiesen hecho este compromiso y de la misma forma hubieran modificado sus estilos de vida habrían alcanzado los mismos o mejores resultados sin apelar a un riesgoso e incómodo proceder quirúrgico. Los más prudentes recomiendan a los pacientes que estén sopesando la cirugía bariátrica a tomar en cuenta los riesgos relacionados con este procedimiento.

La cirugía bariátrica no debe ser tomada a la ligera pues es considerado el último recurso como tratamiento de las obesidades extremas. Esto quiere decir en primer lugar la existencia de un amplio tramo donde con políticas sociales y educativas adecuadas pudiera evitarse este recurso final. No constituye precisamente un triunfo guiar al salón de operaciones a un número cada vez mayor de obesos como solución a inadecuadas o débiles regulaciones legislativas e informativas en lo que a estilos de vida sanos se refiere.

Un análisis siempre certero y más cuando de enfermos se trata es no confundir “CAUSA” con “CONSECUENCIA”, ni “MEDIO” con “FIN”. Por lo tanto, es esencialmente erróneo y no es un enfoque correcto hablar sobre una diabetes controlada, un hígado graso vuelto a su normalidad o un mayor tiempo de vida gracias a la cirugía bariátrica.

La intervención quirúrgica se constituyó solo en el medio para obtener una reducción sustancial del peso corporal, ansiado final para controlar diabetes, hipertensión, hiperlipemias, acumulación de grasa hepática, etcétera, complicaciones conocidas como consecuencia de la obesidad.

La obesidad es la causa de éstas y de otras muchas enfermedades y por ende del acortamiento de la vida. Son consecuencias directas de la misma.

Bajar de peso pero utilizando esencialmente medios científicamente inocuos, adecuados y razonados es el único fin capaz de hacer retroceder las consecuencias de la obesidad sin desagradables efectos secundarios.

Con una alimentación sanamente balanceada, calóricamente correcta y una actividad física científicamente programada se hubieran obtenido los mismos resultados evitándose una riesgosa intervención quirúrgica con muy probables secuelas, muchas de ellas permanentes.
 
Consideraciones finales

 

 
El tratamiento quirúrgico para la obesidad apunta a restringir el continente, estomacal e intestinal, para disminuir obligadamente la cantidad de los alimentos y, por ende, de las calorías incorporadas al organismo del obeso. Pero el método no es selectivo sobre las calorías. Estas se restringen mecánicamente pero junto con ellas también se afecta la incorporación de nutrientes esenciales para el buen funcionamiento del cuerpo humano.

Además, el tratamiento quirúrgico no toma en consideración que al reducir la capacidad del tracto gastrointestinal también se restringe el gasto calórico de la persona pues los alimentos son un estimulante en la producción de calor, el “efecto térmico de los alimento”.
 

Normalmente lo generan a medida que se metabolizan. Una persona con su estómago bien lleno de alimentos hipocalóricos de buen volumen gasta más calorías en relación a otra con evidentes limitaciones mecánicas en la cantidad de alimentos a ingerir. Este gasto calórico puede incrementarse, elemento colaborador importante en la reducción del peso, cuando se confecciona un plan nutricional no precisamente limitado en cantidad, sino fundamentalmente encaminado a cambiar el tipo de alimento ingerido hacia aquellos de "calorías negativas". Poseedores de relativamente pocas calorías obligan a gastar en su digestión mayores cantidades que las contenidas en ellos mismos dado su mayor volumen y su elevado contenido de fibra vegetal.

Los métodos quirúrgicos en su esencia pudieran llevar incorporados la parcial negación de sus aspiraciones, la reducción del peso corporal. Si por un lado consiguen, a un elevado precio, la disminución de las calorías que se incorporan al organismo, al mismo tiempo también disminuyen las calorías que se gastan en el proceso digestivo. Se necesitan rigurosas y detalladas investigaciones que precisen y cuantifiquen este aspecto.

No es menos cierto que la obesidad es un peligro evidente para la salud física y síquica de cualquier persona así como para la conservación de la vida. Los pacientes candidatos a la cirugía aparentemente no han sido capaces de lograr una substancial y mantenida reducción del peso corporal con la aplicación de métodos no invasivos. Pero en los grandes obesos, supuestamente incorregibles, aun no ha sido demostrado a través de sólidas y bien argumentadas investigaciones científicas la ausencia de métodos de motivación, persuasión, correcta educación nutricional u otros, donde se reoriente la alimentación hacia un cambio sostenido en el diario menú y no en su reducción. Se debe enfatizar mucho más en el estudio del psiquismo del paciente obeso y las fases sicológicas de la obesidad.

La única estrategia para vencer la obesidad es en el terreno de las calorías pero de ninguna manera se trata de disminuir la cantidad de los alimentos ingeridos. Es solo cambiar comestibles ricos en calorías y bajos en nutrientes, por alimentos bajos en ellas pero mucho más saciantes por ser generalmente de mayor volumen y en general muy nutritivos. Este método pudiera compararse a como sería apagar un incendio con fuego.

En Cuba los métodos quirúrgicos no han sido implementados de firma regular en nuestros centros asistenciales. De haberse practicado ha sido en casos esporádicos y esto no permite obtener conclusiones válidas. Citamos un párrafo textual del Profesor Sir George Alberti, Profesor Emérito de Medicina de la Universidad de Newcastle, Gran Bretaña y miembro del grupo de asesores de la Organización Mundial de la Salud donde en el prólogo de un informe del pasado año titulado El Peso del Mundo plantea que “es cierto que el problema de la obesidad no se resolverá definitivamente hasta que no se adopten medidas sociales. De hecho, los gobiernos toman cada vez más conciencia y se mueven más en torno a la obesidad, pero queda mucho camino por recorrer. Los grandes batallones de la industria alimentaría rápida y los fabricantes de gaseosas suponen un problema particularmente insidioso e ingrato”. Comencemos a caminar pues no hay otro camino si no queremos ser vencidos por la obesidad, la epidemia del Siglo XXI.

Los resultados a largo plazo de los métodos quirúrgicos aun están pendientes de ser definitivamente enjuiciados por el tiempo, pero mientras tanto es obligatorio considerar serena, científica, humana y desapasionadamente que la obesidad puede ser combatida y sobre todo vencida definitivamente no por vías aparentemente facilistas, “de una vez y para siempre”, sino utilizando métodos fisiológicos donde se retorne a la normalidad en hábitos y costumbres en relación a la alimentación y a la actividad física, beneficiosos en la esfera individual, familiar y social.

Nuestro plan de vida para que sea exitoso no debe basarse en impulsos emocionales gustativos sino en la más pura racionalidad. A los obesos los exhortamos a dejar de ser irresolutos y vacilantes. Cualquier pereza mental debe sacudirse de forma definitiva. Con iniciativa, decisión y buen ánimo comenzar YA el gratificante camino de bajar de peso por propia decisión adoptando buenas, saludables e inocuas costumbres. Aprender y practicar por siempre estilos de vida dictados por la lógica y por la lectura de información científica seria y bien documentada.