—¿Y en el infarto del miocardio específicamente?
—Aparece repentinamente por la falta de riego sanguíneo a una parte del músculo cardíaco por obstrucción de las arterias coronarias. Está asociado con malestar general, mareos, náuseas, disnea (dificultad de respirar), hay irradiación del dolor al brazo izquierdo, al cuello o las mandíbulas, y es persistente incluso durante el reposo.
—¿El diagnóstico diferencial infarto / osteocondritis se establece por la clínica o requiere exámenes complementarios?
—Los datos que aporta el paciente y un buen examen físico pueden ser suficientes para llegar al diagnóstico. En ocasiones es necesario realizar un electrocardiograma.
—Aparte de algún “buen susto” que nos pueda dar, ¿la osteocondritis tiene tratamiento específico? ¿En qué consiste?
—El tratamiento está dirigido a la supresión de la causa que reproduce o intensifica el dolor. El reposo es necesario y la utilización de analgésicos y antinflamatorios. A veces se indica calor local o una infiltración en la zona dolorosa.
—¿Es curable?
—Sí, siempre que el paciente cumpla con los parámetros del tratamiento y evite las causas que puedan exacerbar el cuadro del dolor.
—¿Tiene igual “predilección” por ambos sexos?
—No. Es más frecuente en las mujeres.
—¿Existen factores de riesgo conocidos para el desencadenamiento de esta dolencia?
—Teniendo en cuenta las causas probables que originan la osteocondritis, podríamos citar entre ellos los traumas directos, la compresión en la región costal; cargar objetos pesados, realizar esfuerzos físicos importantes, la práctica de determinados deportes, y la adopción de malas posturas al dormir.
—¿Y en cuanto a medidas para la prevención que se puedan adoptar?
—Prevenir en lo posible las causas referidas y cumplir al pie de la letra el tratamiento médico, a fin de evitar que esta enfermedad se convierta en una dolencia crónica.