El término xerodermia pigmentosa significa literalmente “piel seca pigmentada” (con pecas) y fue descrita por primera vez hace 145 años por el médico de origen húngaro Moritz Kaposi. Con visión médica, el profesor Jesús de los Santos Renó Céspedes, jefe del Servicio de Pediatría del Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología, la define como una enfermedad genética de la piel que no es hereditaria y se manifiesta igualmente en el sexo masculino y femenino.
Como sabemos, la luz ultravioleta, que se encuentra en los rayos solares, puede originar daños en el material genético de las células de la piel, aunque normalmente nuestro organismo está en capacidad de repararlo.
Sin embargo, las personas que sufren de xerodermia pigmentosa presentan limitaciones en su capacidad de restaurar esos perjuicios y, como consecuencia, desarrollan rápidamente atrofia de la piel (adelgazamiento), con pigmentación semejante a pecas y otros trastornos.
También la formación de costras y descamación de la piel, y molestias visuales al someterse a la luz.
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