El estrés no es en sí mismo un síntoma ni una enfermedad. Es un proceso de interacción entre el individuo y su entorno (social, familiar, laboral, escolar), cuando alguien evalúa determinadas situaciones personalmente significativas como desbordantes de sus recursos, afirma el doctor Jorge A. Grau Ábalo, especialista en Psicología de la Salud, Investigador Titular del Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología y Jefe del Grupo Nacional de Psicología del Ministerio de Salud Pública.
Y precisa: El estrés es un proceso normal, parte de la vida misma y no siempre es dañino. En muchas ocasiones ayuda a movilizarnos para obtener las metas que deseamos, manifestándose como fenómenos positivos (implicación, optimismo, desafío) enriquecedores de nuestra vida espiritual y promotores de bienestar. Sin embargo, indica, el estrés perjudicial, que se manifiesta con emociones negativas (miedo, depresión, ansiedad, hostilidad), puede obstaculizar nuestro funcionamiento personal, familiar, laboral y también social.
—¿Es uno o son varios los tipos y grados de estrés?
— Suele hablarse de estrés positivo (eutrés), que es el que debemos fomentar en la educación y está presente en diferentes orientaciones personales protectoras de la salud, y de estrés negativo (distrés), que aumenta la probabilidad de enfermar, y que debemos aprender a prevenir y controlar.
—¿Cuáles son las causas fundamentales que suelen vincularse con la presencia del estrés?
—No hay una causa única ni universalmente reconocida que se vincule con la producción de estrés, aunque se reconoce el valor perjudicial de ciertos factores.
Por ejemplo, cuando el apoyo social disminuye, cuando se producen pérdidas en la persona y la familia, cuando la expresión emocional es inadecuada (pasiva o agresiva), cuando se asocia a estilos de vida perjudiciales.
—¿Y en cuanto a los factores desencadenantes?
— Las situaciones desencadenantes (eventos vitales estresores) no son en sí mismas positivas o negativas, se relacionan con las distintas esferas de la vida humana y con la forma particular de valorarlas y afrontarlas.
—¿Aqueja de la misma manera a todas las personas y a cualquier edad?
— Afecta a todas las personas en cualquier edad, pero no de la misma manera, dependiendo de la etapa de la vida, de la experiencia y la madurez, del desarrollo de la autovaloración, de cualidades personales individuales.