Ser tímido es ser temeroso, medroso, encogido y corto de ánimo, según el diccionario de la Real Academia Española. O en una definición más elaborada: es la limitación o defecto del carácter que impide el desarrollo armónico del yo y que en las personas que la padecen se manifiesta por una inseguridad ante los demás, una torpeza o incapacidad para afrontar y resolver las relaciones sociales.
En síntesis, diría, es una sensación de impotencia para actuar en presencia de otra persona.
Para la profesora Teresa Lozano Pérez, Máster en Psicología de la Salud, quien se desempeña en el Servicio de Salud Mental del Hospital Pediátrico Docente Juan Manuel Márquez, en esta capital, el tímido, a diferencia de personas con otros trastornos, siente placer y tiene interés en participar en actividades sociales, pero se aparta de ellas porque tiene temor.
—¿Podría calificarse la timidez como una enfermedad en sí misma?
—Puede llegar a convertirse en un trastorno cuando el grado de severidad de las manifestaciones comporta que la persona sienta malestar, porque el incremento de la ansiedad y el temor sean tan altos que no le permitan funcionar adecuadamente en las actividades sociales. Pero no siempre es así y muchas veces la timidez se presenta como un rasgo o cualidad característica de la personalidad.
En el rostro de los seres humanos se manifiesta una sonrisa verdadera cuando son flexionados alrededor de diecisiete músculos alrededor de los extremos de la boca y los ojos y es el reflejo de sensaciones de placer o entretenimiento.
Las primeras sonrisas se producen dentro del útero...