La escara en sí es un tejido cutáneo desvitalizado cuyo componente principal es la piel y a veces el tejido subyacente, que se tornan duros, secos y de un color blanco perlado, grisáceo o negruzco.
El tema que nos ocupa se refiere a las úlceras por presión o por decúbito que, según nos aclara el doctor Rafael Palmero Alvarez, especialista en Cirugía Plástica y Quemados del Hospital capitalino Calixto García, se les denomina erróneamente escaras (como las seguiremos llamando), por tener en algún momento de su evolución un tejido con las características anteriormente señaladas.
Por definición, estas son lesiones ulcerosas de profundidad variable, localizadas en diversas áreas del cuerpo, sometidas a presión continua y poca o ninguna movilidad por un tiempo prolongado.
Su aspecto clínico, precisa el joven especialista, depende del estado evolutivo en que se encuentren, variando desde el simple enrojecimiento de la piel y ampolla, hasta la escara, que se desprende y deja un tejido propiamente ulceroso.
Estas lesiones han sido descritas en la literatura médica desde que aparecieron los primeros tratados de Medicina.
—¿Se considera siempre una consecuencia de alguna enfermedad, o es una afección en sí misma?
—Es una afección secundaria en personas con deficiencias neurológicas que producen debilidad y pérdida sensorial, así como en otros enfermos crónicos y debilitados.
—¿La causa única y común es la falta de irrigación de los vasos sanguíneos de una parte del cuerpo?
—No. La falta de irrigación viene dada por la presión y contrapresión que se produce en áreas de prominencias óseas y es la causa directa, aunque no es la única.
—¿Cuáles son en verdad los factores predisponentes para su aparición? Y pienso, por ejemplo, doctor, en la diabetes, la arteriosclerosis...
—Ambas afecciones pueden contribuir a su aparición, pero por sí solas no representan una causa de escaras. Los factores predisponentes son la disminución de la sensibilidad cutánea, la fricción entre partes blandas y superficies de apoyo, la espasticidad (contracción) muscular, los niveles bajos de proteína en sangre, entre otros.
—¿Su localización principal es en la espalda?
—No. En orden de frecuencia, las zonas que más se afectan son la región sacra (por encima de los glúteos), la limítrofe entre los glúteos y los muslos; los talones y las caderas. Por tanto, no sólo la inmovilización en cama es favorecedora, sino también las sillas de rueda, sillones...