Con este comentario inicio el diálogo con el doctor Alberto Castillo Oliva, especialista de primer grado en Dermatología del Hospital Clínico-Quirúrgico Hermanos Ameijeiras, en esta capital.
Ciertamente los términos "eccema" y "dermatitis" —esclarece mi entrevistado— se han utilizado durante mucho tiempo como sinónimos para definir una enfermedad inflamatoria de la piel. El vocablo "eccema" proviene del griego ekzeim que significa "que hierve", para expresar el proceso agudo que sufre la piel, aunque no siempre esta dolencia se presente de forma aguda.
Ahora bien, precisa el doctor Castillo, en la actualidad en Medicina tendemos a utilizar con mayor frecuencia el vocablo dermatitis, pues con él se define, en un sentido más amplio, una particular reacción inflamatoria de la piel que se atribuye a factores de índole diversa —y no del todo conocidos—, que pueden actuar en la piel desde el exterior e incluso, del interior de nuestro organismo.Me gustaría precisar que a veces popularmente se denomina erróneamente eccema a enfermedades producidas por hongos.
—¿Se conocen en general las causas que pueden originar esta dolencia?—Sí, y son múltiples. Te mencionaré entre ellas los cosméticos, colorantes de pelo, barniz de uñas, cemento, plásticos, joyas, guantes, calzado, plantas, medicamentos, infecciones por bacterias y muchas más.
—¿Se vincula asimismo con la exposición a sustancias irritantes, químicos industriales, detergentes, jabones o perfume, e incluso como una reacción alérgica a alguna comida?—Después de un primer contacto con las sustancias o productos mencionados, a una concentración determinada y con exposiciones sucesivas, es posible la aparición de una dermatitis, que puede repetirse cuantas veces la persona se exponga a ellos. Los alimentos también pueden crear un cuadro de dermatitis, y entre los más frecuentes se encuentran los mariscos, la leche, el huevo.
—¿Y las tensiones emocionales mantenidas?—No, el estrés no se considera causa directa en la aparición de una dermatitis, pero sí puede incidir en la evolución de esta dolencia como un factor agravante.
La dieta mediterránea consiste en una alimentación basada en frutas frescas, vegetales y cereales integrales, aceite de oliva, preferentemente el extravirgen, así como pescado y aves de corral.