Duelo (Cont.)
—¿Tienen similar afectación las mujeres, los hombres y los niños? —La diferencia está condicionada por muchos factores. Los niños habitualmente tienen similar concepto de muerte al de los adultos solo después de los 10 años. En cuanto al género hay influencias culturales que marcan diferencias entre hombres y mujeres. Las investigaciones hacen referencia a mayor dificultad en la elaboración del duelo ante la pérdida del cónyuge en hombres y una mayor sobrevida en viudas que en viudos.
—En general, ¿qué factores determinan no sólo su intensidad y manifestaciones, sino su propio decursar? —El duelo más estudiado es el producido por la muerte de un ser querido. Se reconocen factores asociados a la causa y modalidad de la muerte, a la edad, la duración de la enfermedad y de la agonía, a la cercanía o distancia del fallecido.
—¿Cuánto pueden durar como promedio? —Entre seis meses y un año.
—Es sabido que las manifestaciones de duelo se comportan de manera diferente de acuerdo con cada cultura. ¿Hay estudios al respecto relacionados con nuestro país? —En Cuba apenas comienzan las investigaciones, pero existe mucha información disponible en culturas anglosajonas y también latinas.
—¿Podría considerarse que este es un problema de salud aún no estudiado ni reconocido de manera suficiente? —Sin llegar a considerarlo un problema que integra el cuadro de salud de la población, ya que se trata de un proceso normal, sí debe ser un tema de importancia para la salud pública.
—¿A qué especialista acudir en la búsqueda de apoyo y orientación a realidades que no se superan fácilmente? —Los psicólogos están preparados para ayudar a los dolientes a superar esta situación.
—El tema desborda el espacio de esta columna. ¿Alguna precisión?
—El duelo se “acaba” cuando la persona recupera el interés por la vida, cuando está más esperanzada, cuando tiene nuevas gratificaciones y se adapta a nuevos roles, cuando ya puede recordar a la persona sin tanto dolor.
No hay que sentirse desleal por ello ni tampoco “renunciar” a esa persona, sino encontrarle un lugar apropiado en la vida interior que deje espacio para los demás.
Como reza un proverbio chino: “No se trata de evitar que los pájaros de la tristeza vuelen sobre nuestras cabezas, sino de evitar que ellos construyan nidos en nuestros cabellos”.