—¿Es posible medir el grado de severidad de estos prolapsos?
—Sí, teniendo en cuenta su relación con la apertura vaginal y su salida hacia la vulva.
—¿A qué especialista consultar?
—Al ginecólogo de nuestra área de atención primaria de salud.
—¿Cómo se establece el diagnóstico de certeza?
—Mediante el examen físico ginecológico.
—¿Cuál es el tratamiento de elección?
—El quirúrgico, que estará condicionado por factores vinculados con la edad, estado general de la paciente, interés de conservar la menstruación y la función genérica, estado del cuello y cuerpo uterino.
—¿En qué consiste la cirugía?
—En la histerectomía (extirpación del útero a través de la abertura vaginal), la cual puede asociarse a la reparación de las paredes de la vagina cuando es necesario, lo que se conoce en lenguaje especializado como colporrafia anterior y posterior.
—¿Qué hechos sustentan que el prolapso genital constituya un problema de salud?
—Su asociación con la multiparidad, partos con recién nacidos grandes en los cuales los desgarros del canal del parto no bien suturados (partos no institucionales) pueden influir en la aparición del prolapso, además de los trabajos que requieren de grandes esfuerzos físicos no aptos para la mujer.
—¿Existe prevención en el tema que nos ocupa?
—Ayudaría en alguna medida a la prevención el empleo de anticonceptivos que permitan concebir sólo el número de hijos que desea tener la pareja, la indicación oportuna de cesárea ante la presencia de fetos con macrosomía (grandes) y la práctica de ejercicios físicos desde edades tempranas.
Muchas enfermedades son causadas por microbios que entran al cuerpo por la boca, a través de la piel, mediante el aire, el agua y los alimentos contaminados.
Esto puede evitarse si la familia practica cotidianamente estas medidas higiénicas: hervir el agua de tomar, lavarse las manos...