Es un hecho conocido que la queilofagia o succión de los labios –como ocurre cuando asumimos en la niñez la costumbre de chuparnos el dedo o sencillamente el tete– se convierte con el devenir en un hábito bucal deformante, lo que debe alertar a la familia para, sin pérdida de tiempo, establecer medidas oportunas de prevención o tratamiento.
La doctora Celis María Fernández Torres, especialista de segundo grado y jefa del Grupo Nacional de Ortodoncia del Ministerio de Salud Pública, subraya que la queilofagia es el hábito nocivo de morderse los labios y los carrillos, y refiere un estudio realizado en Ciudad de La Habana, el cual demostró que un 12% de escolares de primaria, en el área de salud de la Clínica de H y 21, presentaban esa mala práctica.
—¿Existiría un rango de edades en que ello se convierta en perjudicial para la boca y sus estructuras?
—Es dañino a cualquier edad por las lesiones que puede producir en la mucosa de los carrillos y en los labios, pero es particularmente deformante en las edades de crecimiento y desarrollo por originar anomalías en dientes y mandíbula.
En estos casos es indispensable la corrección ortodóncica para su eliminación.
—¿Factores relacionados con el orden afectivo o emocional del niño o la niña se relacionan con este trastorno?
—Sí. Te diría que desempeñan un papel muy importante, y pueden desencadenar hábitos en general.
—De acuerdo con su experiencia, ¿se establece alguna “predilección” por la succión de alguno de los dos labios?
—Por el labio inferior.
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