Las manos son utilizadas principalmente para tomar y sostener objetos y de ahí se derivan infinitos usos, debido a la gran cantidad de movimientos que se pueden realizar con ellas.
La utilidad de las manos se traduce en el hecho de que por intermedio de ellas se puede comer y beber, saludar, realizar la higiene personal, gesticular, leer en Braille, señalar algo, acometer las labores cotidianas en el trabajo o domésticas, aliviar dolores mediante técnicas de masaje, hasta procesos más especializados, como escribir, pintar, manejar una computadora u otros equipos o interpretar instrumentos musicales de diferentes complejidades.
Un asunto importante
El lavado adecuado y frecuente de las manos es una de las más formidables maneras de prevenir la diseminación de diversas enfermedades e infecciones.
Con las manos limpias evitamos que múltiples gérmenes se transmitan de una persona a otra, o incluso a todo un colectivo.
Lavarse las manos es un procedimiento sencillo y económico como forma de prevenir la propagación de diversos contagios en todos los lugares, desde la casa al centro de trabajo, o desde los círculos infantiles y hogares de ancianos hasta los centros hospitalarios o de salud, por solo mencionar algunos.
El momento adecuado
Las manos deben lavarse tan frecuentemente cuanto lo aconseje el sentido común, pero es obligatorio realizar una buena higiene de ellas antes, durante y después de preparar alimentos, previamente a consumirlos, cuando se han cambiado los pañales y se ha limpiado a un niño, después de ir al baño, antes y después de atender a un enfermo o sonarse la nariz, toser o estornudar con las manos cerca de la boca, después de haber tocado a un animal o la basura, antes y después de curar heridas o cortaduras, o de haber estado en contacto cercano con personas enfermas, etc.