En los climas cálidos hay que mantener los pies protegidos en todo momento al caminar por piscinas, parques o playas.
Caminar descalzo es imprudente, pues aumenta el riesgo de cortaduras y lesiones que pueden causar vidrios rotos, conchas de mar, corales, piedras, cigarros encendidos, etc.
No se debe usar zapatos abiertos, incluyendo sandalias, pues se exponen los dedos y se incrementa el riesgo de heridas y potenciales infecciones.
MANTENER LAS BUENAS COSTUMBRES
Durante el viaje de un diabético no hay razón para abandonar la costumbre de examinarse los pies todos los días y precisar si existen ampollas, cortaduras, enrojecimientos u otras alteraciones.
Ante cualquier lesión se debe asistir a un podólogo u otro especialista.
Hay que lavarse los pies diariamente, o cada vez que sea necesario, utilizando un jabón suave y agua tibia, secándolos suave y concienzudamente, incluso entre los dedos.
SIEMPRE PREPARADO
Antes de iniciar un viaje de varios días, semanas o meses, sea de vacaciones o de trabajo, el diabético debe empaquetar sus medicamentos, jeringuillas, o los materiales necesarios para hacerse pruebas, en un equipaje de mano para que no se pierdan, y llevar consigo la identificación de su enfermedad, el tratamiento que mantiene y cualquier otro datos de interés.
No hay que cohibirse de viajar por ser diabético, pero sí tomar siempre las debidas precauciones. Una última e importante recomendación: hágase revisar y atender por su podólogo antes de tomar las maletas y salir de casa.
* El Profesor Alberto Quirantes Hernández es Jefe del Servicio de Endocrinología del Hospital Docente "Dr. Salvador Allende".