El tema puesto sobre la mesa es dislalia, que intentando desentrañarla por sus orígenes (dys, difícil; lalein, hablar), revelaría que este término significa algo así como lenguaje defectuoso.
La dislalia —precisa mi entrevistada— es una dificultad en la articulación de la palabra que no es producida por una lesión neurológica. Se refiere específicamente a deformación del fonema, que es como se denomina la letra escrita cuando es hablada.
—¿Estos desórdenes articulatorios —doctora Fernández— son de origen orgánico, debidos a malformaciones dentales, o se producen por imitación o defectos en los oídos?
—Su origen puede ser orgánico o funcional. Cuando existe alguna alteración anatómica de los órganos que se utilizan para hablar como son labios, dientes, lengua y paladar, estamos en presencia de una dislalia orgánica; es funcional cuando existe la dificultad en el habla sin lo mencionado anteriormente.
—¿Es un trastorno que se presenta principalmente en la primera infancia, o aparece en cualquier edad? ¿Son comunes?
—Se presenta en la primera infancia, cuando ocurre el desarrollo del habla en el niño. Si estos trastornos no se tratan adecuadamente, se arrastran toda la vida.
Es sabido que desde el primer llanto del recién nacido se comienzan a crear los patrones que conformarán el habla. La dislalia es muy común y alrededor del 2 % de la población la padece, lo que concuerda con cifras mundiales.
—¿Podría especificar cuáles son sus manifestaciones fundamentales?
—La distorsión, o sea la deformación del fonema. También las sustituciones de fonemas (cambio de uno por otro), las omisiones (lo omite en la palabra), la alternancia (a veces lo pronuncia y otras no).
Los animales, según se afirma en medios científicos, pueden vivir cinco veces el tiempo que demoran en llegar a su estado de máximo desarrollo. Por eso, la capacidad teórica de vida del hombre es de 120 años. Hoy se acepta un límite razonable entre los 120 y 130 años.
Pero lo...