—¿Podría referir qué otros trastornos acompañan a una persona con hipersomnia?
—Son diversos y orientan hacia un diagnóstico en particular. Podemos citar como ejemplo el ronquido intenso e interrumpido por apneas obstructivas (pausas en las que el paciente continúa haciendo esfuerzos para respirar), típico del SAOS. Un segundo ejemplo: la aparición de cataplejía (pérdida brusca de la fuerza muscular ante emociones intensas) en el curso de la narcolepsia.
—¿Cómo saber con certeza que este síntoma responde a un trastorno real del sueño?
—El diagnóstico se basa en el interrogatorio detallado al paciente y su acompañante, el examen físico, escalas en forma de cuestionarios que evalúan el grado de somnolencia, el registro diario de eventos relacionados con el dormir, y otros exámenes generales. Ante determinadas sospechas clínicas se realizan estudios en el laboratorio de sueño.
—¿Tiene tratamiento? En general, ¿cuál es el pronóstico de estos pacientes?
—El tratamiento y el pronóstico van a ser específicos de la enfermedad causal. Se recomienda no dormir menos tiempo del necesario y evitar el empleo de medicamentos que producen somnolencia. De ahí que el pronóstico sea mejor en casos de sueño insuficiente o de fármacos que pueden ser retirados. Las opciones terapéuticas para el SAOS incluyen disminución del peso corporal, intervenciones quirúrgicas o dispositivos que impiden la obstrucción al paso de aire. Aunque para la narcolepsia no se dispone de cura, están indicados los estimulantes que aumentan el nivel de alerta y siestas breves varias veces al día.
—¿Algún comentario final?
— Nos gustaría añadir que los trastornos del sueño no deben ser subestimados, como tampoco convertirse en motivo de burlas e incomprensiones. Son una señal de problemas de salud que afectan la calidad de vida, provocan accidentes y otras causas de muerte.