Se estima que alrededor de 200 millones de personas en el mundo sufren de incontinencia urinaria y, sin embargo, son muy pocas las que consultan a un médico, por vergüenza o sencillamente por falta de información, porque se piensa que no es una enfermedad.
Este padecimiento, que condiciona un problema higiénico y también social, se define como la pérdida involuntaria de orina por la uretra.
¿Existe o no relación directa entre el envejecimiento y la aparición de esta afección?, pregunté a la doctora Lilliams Rodríguez Rivera, especialista de primer grado en Medicina General Integral y en Gerontología y Geriatría del Centro Iberoamericano para la Tercera Edad (CITED), en esta capital.
Sí, hay relación, advierte, aunque el envejecimiento por sí mismo no es causa de incontinencia urinaria, sino que se presentan factores asociados, y cita la disminución de la habilidad para posponer la micción, el déficit de hormonas femeninas y el crecimiento de la próstata en los hombres, a lo que se añaden a veces otras enfermedades. Ello determina que, con el avance de la vida, se genere este problema de salud.
Desde los tiempos más remotos, la sal, conocida químicamente como cloruro de sodio, ha sido reconocida como de vital importancia para la preservación de la vida; pero el conflicto comienza cuando no se establece un...