Desde los tiempos más remotos, la sal, conocida químicamente como cloruro de sodio, ha sido reconocida como de vital importancia para la preservación de la vida; pero el conflicto comienza cuando no se establece un límite entre indispensabilidad y deseo de consumirla.
La elevada incorporación de sodio al organismo afecta la salud, tanto del ser humano como de innumerables animales. El 85 por ciento del sodio ingerido es en forma de sal y la mayor parte del sodio consumido, el 77 por ciento, proviene de alimentos envasados, procesados y aquellos preparados en restaurantes.
Hipertensión arterial y sal
Ha sido demostrado que las poblaciones poco consumidoras de sal mantienen la tensión arterial en niveles normales, independientemente de la edad.
Cuando estas personas incorporan la alimentación salada, aumenta la presión arterial.
Por lo tanto, a través de diferentes investigaciones ha quedado demostrada la relación entre la presión arterial y el consumo de sal.
La alimentación con exceso de sodio contribuye a la hipertensión arterial no solo en los seres humanos, sino también en múltiples especies animales.
Factores preocupantes
Según un artículo de revisión, publicado por investigadores médicos de Wisconsin y New Orleans, se ha demostrado determinada susceptibilidad hereditaria de la presión arterial a la sal.
De ahí que el elevado consumo de sal se encuentre asociado con un aumento de riesgo de enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y mortalidad, en general con una disminución de la supervivencia.
Según estudios deductivos, la reducción del consumo de sal en los Estados Unidos, en 3 gramos por día como máximo, pudiera reducir de 60,000 a120,000 el número anual de nuevos casos de enfermedad coronaria, de 32,000 a 66,000 los casos de accidente cerebrovascular, de 54,000 a 99,000 los casos de infarto de miocardio y de 44,000 a 92,000 el número anual de muertes por todas las causas y, por ende, favorecer una mayor supervivencia.
Los animales, según se afirma en medios científicos, pueden vivir cinco veces el tiempo que demoran en llegar a su estado de máximo desarrollo. Por eso, la capacidad teórica de vida del hombre es de 120 años. Hoy se acepta un límite razonable entre los 120 y 130 años.
Pero lo...