Artritis juvenil (Cont.)
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¿Es frecuente? ¿Qué síntomas darían una primera voz de aviso a los padres?—Es la primera causa de artritis crónica en la población menor de 16 años; se comporta como una artritis persistente por más de seis semanas, a pesar del tratamiento impuesto por el médico de asistencia en la primera etapa. La ausencia de respuesta clínica se convierte en la primera alarma. El niño mejora pero no regresa a la normalidad, o se suman otras articulaciones en el paso de los días o semanas. Pueden aparecer, además, fiebre, cansancio fácil, pérdida del apetito, irritabilidad, dificultad para caminar o utilizar la articulación afectada en las mañanas al despertarse, aunque mejora con la actividad, así como la presencia de ojos enrojecidos sin secreción en algunos pacientes.
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¿Son una o son varias las articulaciones que se ven comprometidas con este padecimiento?—Depende de la forma clínica, que transita desde una articulación hasta varias que se pueden sumar mientras se esta expresando la enfermedad. Para los más pequeños el daño más importante está en los ojos.
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¿Qué procederes se requieren para establecer el diagnóstico?—El diagnóstico es esencialmente clínico. El interrogatorio y el examen físico representan las mejores herramientas. El examen oftalmológico con lámpara de hendidura es imprescindible en todos los pacientes.
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¿En general se conoce como evolucionan estos enfermos?—El curso clínico es variable: desde muy activos de difícil control, hasta los que combinan crisis de inflamación con largos periodos de mejoría (inactivos).
Se estima que el 70-80% de los pacientes entran en remisión completa de las crisis inflamatorias cuando han llegado a la edad adulta.
—¿Existe algún tratamiento curativo o al menos de control para esta enfermedad?
—El tratamiento es complejo: solo se logra el control de las manifestaciones clínicas. Hasta el momento no existe terapia que cure la enfermedad.
—¿Resultan beneficiosos en alguna medida los programas de fisioterapia y rehabilitación articular?
—El tratamiento es interdisciplinario. El reumatólogo es el coordinador principal, así como el oftalmólogo, en aquellos pacientes que expresan daño ocular.
La familia es esencial, al garantizar el mejor apoyo con los fármacos, las técnicas de rehabilitación precoz y de forma permanente.