Accidente cerebrovascular (Cont.)
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¿Podría enumerar los principales signos de alerta de un accidente cerebrovascular?—Aun cuando pueden existir variaciones en dependencia de la forma clínica de este trastorno, la torpeza del lenguaje, los déficits neurológicos focales (parálisis de una parte del cuerpo con toma de la cara o no), y en esas mismas estructuras alteraciones sensitivas con entumecimiento o adormecimiento, así como cambios del nivel de conciencia incluso con recuperación posterior, debe ponernos en alerta ante al posibilidad de que se trate de una enfermedad cerebrovascular.
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¿Qué hacer ante algunas de esas manifestaciones?—Acudir lo antes posible al médico.
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¿Cómo se establece el diagnóstico de certeza?—La sospecha clínica es primordial, sustentada en los antecedentes del paciente, los datos que aporta el interrogatorio y el examen físico, lo que es posible complementar con pruebas auxiliares diagnósticas.
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¿Cuál es el tratamiento que requieren estos pacientes?—Estará en dependencia del tipo de enfermedad cerebrovascular que se diagnostique, y siempre encaminado a evitar que se produzcan nuevos eventos. Algunos de estos pacientes requieren el abordaje neuroquirúrgico.
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¿Qué secuelas suele dejar?—Parálisis en un lado del cuerpo, trastornos cognitivos (relativo al conocimiento), del lenguaje, visuales y otros.
En el llamado “ataque isquémico transitorio” (por falta de irrigación sanguínea) el déficit neurológico puede recuperarse totalmente en minutos u horas, y siempre antes de las primeras 24 horas.
En cuanto al “defecto neurológico isquémico reversible”, dura más de 24 horas y la recuperación del paciente se produce antes de los 21 días. Si ese déficit se extiende más allá de los 21 días, entonces se trata de un “infarto cerebral establecido”. Estos pacientes pueden lograr una recuperación más o menos completa.
—¿Qué papel desempeñan los procederes de rehabilitación?
—Contribuyen a mejorar la recuperación física, psíquica y social de estos pacientes.
—¿Es posible la prevención en el tema que nos ocupa?
—Sí, con sencillos cambios en el estilo de vida: práctica sistemática de ejercicios físicos, mantenimiento de una dieta abundante en frutas y vegetales, baja en grasas y sal, no fumar y consumir moderadamente las bebidas alcohólicas. En pacientes hipertensos, mantener un control estricto de la tensión arterial.