Ahora pudiera suceder que mantener el peso o el sobrepeso en edades avanzadas pudiera en realidad significar un riesgo disminuido de padecer de Alzheimer, algo que se ha dado en llamar “la paradoja de la obesidad”.
La metodología investigativa
A los pacientes investigados, más de 500, se les realizó tomografía por emisión de positrones y un análisis del líquido cefalorraquídeo en busca de marcadores de la enfermedad de Alzheimer. Algunos de ellos no tenían problemas de memoria, algunos tenían un deterioro cognitivo leve, y otros sufrían de Alzheimer.
Las personas con evidencia de Alzheimer en los escáneres cerebrales o en los niveles de proteínas en el líquido cefalorraquídeo, eran más propensas a tener un peso más bajo que las que no mostraban evidencia alguna de la enfermedad.
Posibles explicaciones
Hay varias teorías para explicar los hallazgos y una de ellas es que el proceso de la enfermedad de Alzheimer afecta al hipocampo, la parte del cerebro que tiene que ver con el metabolismo y el apetito.
Otra razón es que los procesos inflamatorios cerebrales en el Alzheimer podrían fomentar tanto un menor peso como los cambios cognitivos.
Se ha planteado anteriormente que el riesgo y la evolución de la enfermedad de Alzheimer pudiera reducirse con la ingestión de una alimentación balanceada compuesta de frutas y vegetales, pan, cebada y otros cereales fundamentalmente integrales, aceite de oliva, pescados y algo de vino tinto, así como con la administración de varias vitaminas tales como la vitamina B12, B3, C o el ácido fólico.
Por lo tanto, sería aconsejable incorporar estas medidas de prevención nutricional en pacientes con riesgo de Alzheimer y de esta manera también contribuir a evitar la progresiva pérdida de peso descrita en esta pesquisa.
Aun sin conclusiones definitivas los hallazgos reportados en este prometedor informe necesitan ser confirmados con nuevas evidencias.
*Jefe del Servicio de Endocrinología del Hospital Docente "Dr. Salvador Allende"
Fuente: Notinet del Cubaweb
El cerebro es responsable de la cognición, las emociones, la memoria y el aprendizaje. Procesa la información sensorial, controla y coordina el movimiento, el comportamiento y funciones corporales como los latidos del corazón, la presión sanguínea, el balance de fluidos y la temperatura...