Automedicación
por: José A. de la Osa
Consultado: Doctor Julián Pérez Peña
Es un axioma médico sobradamente conocido: no hay enfermedades sino enfermos. ¿Por qué entonces llevarnos a engaño, por desconocimiento o inadvertencia, y aceptar la automedicación, lo que es decir el empleo de medicamentos, productos naturales u otros remedios por iniciativa propia?
La conclusión de los expertos es inapelable: jamás debe administrarse medicamento alguno que no haya sido indicado por un especialista. De lo que se trata, para mantener o recuperar nuestra salud, es alcanzar de forma individual y colectiva la cultura necesaria para usar medicamentos solo cuando, puestos en una balanza riesgo y beneficio, el fiel se incline por el segundo.
Un experto en la temática, el doctor Julián Pérez Peña, director del Centro Nacional de Desarrollo de la Farmacoepidemiología, adscrito al Ministerio de Salud Pública, es el invitado.
-¿Quiénes serían los más vulnerables cuando hablamos de automedicación: los niños, adolescentes y adultos, o los ancianos?
-Todos esos grupos son vulnerables. Pero más aún los niños y los ancianos.
Los primeros porque su tamaño y peso corporal exigen dosis menores que los adultos, además que el crecimiento y desarrollo son variables, lo que hay que considerar. Los ancianos porque su metabolismo y sus tejidos están afectados por la edad y el efecto puede ser exagerado o dañino.
-¿Qué es justamente abuso de medicamentos?
-El abuso es cuando se toman medicamentos sin necesidad o las dosis que se toman, o el tiempo por el que se utilizan, es mayor que los recomendados por los estudios científicos realizados.
-Hablemos de un caso típico que genera automedicación: el insomnio. ¿Podría citar como ejemplo medicamentos que acostumbramos a autorrecetarnos y sus posibles efectos adversos?
-Algunas personas se automedican sedantes para combatir el insomnio. Los más frecuentemente utilizados en nuestro medio son el Diazepam, Clorodiazepóxido, Nitrazepam y el Meprobamato. Los tres primeros pueden producir náuseas, fatiga, confusión mental y mareos. El último, además de esos síntomas, puede provocar también vómitos, diarreas, palpitaciones, taquicardia y, sobre todo, una fuerte adicción.