Los seres humanos necesitan mantener un equilibrio interno adecuado entre los radicales libres y sus moduladores antioxidantes. Un balance negativo contribuye al desarrollo de una amplia gama de enfermedades, incluyendo las enfermedades de Alzheimer y Parkinson, las complicaciones causadas por la diabetes mellitus, enfermedades cardíacas y la artritis reumatoidea, entre otras.

Los antioxidantes retrasan el proceso de envejecimiento, son aliados activos contra el cáncer y muchas otras enfermedades, al combatir la degeneración y la muerte de las células provocada por los radicales libres. También se consideran como estimulantes de nuestro sistema inmunológico.

En muchas ocasiones nuestro organismo es incapaz de neutralizar los radicales libres, diarios agresores, y es obligado recurrir a los agentes antioxidantes exógenos presentes en alimentos con elevada concentración de estos protectores amigos. Son los únicos capaces de ser introducidos en el organismo de forma voluntaria por cada persona, en función de los conocimientos adquiridos sobre estos aspectos y el interés personal en consumirlos.

La concentración de antioxidantes en la diaria alimentación dependerá de cuán balanceada y correcta ella sea.

Dietas abundantes en frutas y vegetales aportan a nuestro organismo elevados niveles de antioxidantes, así como los cereales integrales y las legumbres, sin olvidar el chocolate negro no azucarado. En general, los alimentos procesados, debido a su preparación industrial, contienen menos antioxidantes que los alimentos frescos y crudos.

Los antioxidantes, fuente interna de juventud, belleza y salud, también contribuyen por vía exterior. Agregados a cosméticos a base de grasa, tales como los lápices labiales y las cremas hidratantes, previenen su rancidez.

En una palabra, aprender de antioxidantes es el conocimiento de cómo preservar nuestra salud.

Dr. Alberto Quirantes Hernández, Jefe del Servicio de Endocrinología del Hospital Docente "Dr. Salvador Allende"
Fuente: Cubahora