Se ha sugerido su acción protectora contra  enfermedades degenerativas como el Alzheimer, así como mejorar el control de la presión arterial y colaborar en el control  del nivel de la glucosa sanguínea.

Ya se dispone de los primeros datos científicos sobre su efecto en la prevención de determinados tipos de cáncer como el de mama o el de colon, aunque se estima que también podría prevenir otros tipos de tumores malignos cuando es consumido de manera habitual.

Científicos de la Universidad de Jaén en España, informaron sobre el descubrimiento del efecto favorecedor de este líquido en la prevención de infecciones producidas por microorganismos, pues permite que se mantenga con calidad la acción del sistema inmunológico del organismo frente a determinadas infecciones bacterianas.

En el II Congreso Internacional sobre Aceite de Oliva y Salud celebrado el pasado año en Andalucía, fue planteada la posibilidad de que la Unión Europea incorpore en un futuro la etiqueta de “alimento saludable” para el aceite de oliva cuando se termine de probar fehacientemente que es beneficioso para la salud.

Por su composición en ácidos grasos, el aceite de oliva virgen es el alimento más similar a la leche materna. Como si fuera poco, este “oro líquido”  también retarda el envejecimiento pues posee propiedades rejuvenecedoras y por tal motivo ha sido utilizado en la cosmética.

Nada es bueno en exceso y no se debe olvidar que con independencia de sus virtudes, el aceite de oliva contiene las mismas calorías que cualquier tipo de grasa y que debe utilizarse de manera sabia y ponderada cuando deseamos mantener un peso saludable.

Dr. Alberto Quirantes Hernández, Jefe del Servicio de Endocrinología del Hospital Docente "Dr. Salvador Allende"