¿Qué comían nuestros mambises en la Guerra de los Diez Años?(Cont.)
La escasez de alimentos en la manigua obligó a sustituir ingredientes y a crear recetas, aprovechando las riquezas naturales del monte y la experiencia de sus pobladores.
BUENOS SUSTITUTOS
A falta de sal emplearon ceniza de palma cana, mientras que para endulzar usaron la miel, y como café hirvieron platanillo, cáscara de boniato y hasta palmiche
Debido a la carencia de provisiones, las tropas consumían plantas silvestres.
El palmito crudo era preparado en ensalada; hervido era muy gustado por todos y constituyó gran parte de su alimentación.
Hasta se llegaron a utilizar como espesantes de las sopas las semillas de mamoncillo y tamarindo; contra el agotamiento y el cansancio extremo,
tomaban agua caliente convertida en agua picante gracias al ají guaguao y después de beberla seguían adelante con marchas y combates.
El sabroso boniato fue una de nuestras viandas salvadoras, tal como sucedió con la papa en Europa para las tropas napoleónicas.
Se confeccionaban platos heredados de la cocina taína utilizando la yuca como componente básico; en el menú se encontraba el casabe, la naiboa, el yare y la catibía, este último amargo al paladar.
De ahí surge la frase popular “deja de comer catibía” para abandonar lo malo o lo equivocado que se esté haciendo.
Los soldados cubanos fueron capaces de adaptarse a cualquier circunstancia porque “a buen hambre no hay pan duro”.