En las personas mayores protege la pared interna de las arterias y posee propiedades antinflamatorias previniendo la aparición de manifestaciones incipientes de la demencia senil.

Ha quedado demostrado que las grasas poliinsaturadas, especialmente omega-3, tienen un efecto beneficioso directo sobre el cerebro pues constituyen un elemento importante de la membrana celular de las neuronas representando el 30% del componente graso de las mismas.

Por otro lado, el cuerpo humano es ineficiente para sintetizar omega-3 y necesita ingerirlo con los alimentos. Su deficiencia ha sido asociada a riesgos de sufrir estados depresivos y otros trastornos siquiátricos.

Existen varios posibles mecanismos por los cuales las grasas omega-3, muy presentes en el pescado, pueden influir favorablemente sobre el desarrollo del cerebro y la función cognitiva y entre ellos se incluye el estímulo a la utilización de la glucosa por el cerebro y la reducción del estrés oxidativo así como varios otros mecanismos que facilitan la función cerebral.

La capacidad de procesamiento y almacenamiento de un cerebro humano normal supera a las mejores computadoras de hoy y sus conexiones internas forman una red estructural unas cien veces más compleja que la red telefónica mundial.

Posee decenas de miles de millones de neuronas y tiene una capacidad diez veces superior a todo lo almacenado en los Archivos Nacionales de los Estados Unidos y 10 000 a lo registrado en la Enciclopedia Británica.

Tan preciosa y fabulosa maquinaria colocada a nuestro servicio desde que nacemos, merita la más esmerada atención y su constante utilización para nuestro beneficio.

Por lo tanto, aportémosle los mejores nutrientes, mantengamos su permanente entrenamiento y evitemos inadecuadas costumbres. Adoptemos los más sanos estilos de vida que es lo mismo que decir, repetimos, vivir la vida con estilo.

Dr. Alberto Quirantes Hernández, Jefe del Servicio de Endocrinología del Hospital Docente "Dr. Salvador Allende"