En la construcción de las pirámides de Egipto participó activamente el ajo, pues era consumido por los esclavos que trabajaban en la edificación de tan elevados monumentos, al atribuirle propiedades fortificantes y vigorizantes.
Los gladiadores de antaño se aficionaron a su consumo para sus lances amorosos, ya que se le imputaban propiedades relacionadas con el aumento de la libido. En esa época de la Grecia y Roma antiguas el ajo era también consumido principalmente por soldados, navegantes y campesinos.
Siempre se le confirieron propiedades medicinales y en la Edad Media fue utilizado para combatir enfermedades bacterianas. Durante la Primera Guerra Mundial, cuando escaseaban los antisépticos habituales, el ajo se empleó para desinfectar heridas.
FITOMED, sección perteneciente al Grupo Asesor de Plantas Medicinales del viceministerio de Ciencia y Técnica del Ministerio de Salud Pública y que ofrece información científica sobre las plantas medicinales que crecen en el país, nos dice que el ajo se expende en forma oral y tópica y que entre sus propiedades farmacológicas reconocidas está la de ser protector de los pequeños vasos sanguíneos, antihemorroidal, antiespasmódico, combate determinados parásitos, es expectorante y antiasmático.
Igualmente posee propiedades diuréticas, disminuye el colesterol de la sangre, actúa como antitrombótico y es reconstituyente y restaurativo. Aplicado de forma tópica en la piel y las mucosas, actúa como antibacteriano y antimicótico.
Entre sus propiedades aun no confirmadas se considera como hipotensor, antiartrítico, analgésico, hipoglicemiante y de utilidad en el tratamiento de algunas enfermedades cardíacas.
UN POCO DE HISTORIA
Desde los tiempos más remotos el hombre es el único animal que al cocinar sus alimentos le añade sal y se ha demostrado que el ser humano ingiere varias veces más sal que sus necesidades diarias.
Los romanos utilizaban la sal para pagar a...