Cómo reducir el colesterol elevado y recetas saludables para su control
Cuando se encuentran cifras elevadas de colesterol se tiene un riesgo mayor de padecer enfermedades cardiovasculares...
Es malo para la salud a mediano y largo plazo cuando las cifras del colesterol sanguíneo se encuentran por encima de los valores normales. Pero el colesterol es una grasa fundamental para nuestro organismo y está presente en casi todo nuestro cuerpo, o sea, mientras se porte bien no es malo para la salud. Juega un papel fundamental para nuestras células, en la fabricación de las hormonas sexuales y las llamadas corticoesteroideas, y de la vitamina D.
LOS RIESGOS DE SU DESCONTROL
Cuando se encuentran cifras elevadas de colesterol se tiene un riesgo mayor de padecer enfermedades cardiovasculares, primera causa de fallecimientos en nuestro país; aumentan las probabilidades de sufrir infartos cardíacos o accidentes cerebrovasculares, o de padecer de angina de pecho por insuficiente irrigación sanguínea en alguna parte del corazón, sobre todo ante los esfuerzos o el estrés.
El excesivo peso corporal, debido a dietas inadecuadas y sedentarismo, son un factor determinante en los casos de hipercolesterolemia. Existen otros factores capaces de influir en el aumento de colesterol, como son determinadas adicciones, enfermedades hepáticas, endocrinas y renales o la administración de ciertos medicamentes, sin olvidar la predisposición genética o heredada a esta enfermedad tan preocupante.
TRATAMIENTO
En el tratamiento de esta enfermedad es imprescindible un cambio del estilo de vida basado en alimentación sana, eliminación de la ingesta de alcohol, dejar de fumar, evitar el exceso de peso y el estrés, y realizar ejercicio físico de manera sistemática. Son armas necesarias para este combate, sin dejar de reconocer como en algunos casos se requiere el uso de determinados fármacos.
La alimentación, tal como se considera en la llamada dieta mediterránea, se debe basar en alimentos como frutas y verduras; cereales integrales como pan; pasta y arroz; legumbres, por lo menos tres raciones a la semana; pescado, preferentemente azul como las sardinas, el jurel o el atún, presentes en tres o cuatro raciones semanales; frutos secos como el maní, el ajonjolí o las nueces y almendras, y aceite de oliva, preferentemente virgen extra.